El gesto respiratorio es el proceso por el cual el cuerpo intercambia gases con el entorno, esencial para mantener la vida. Consiste en dos fases principales: la inspiración, en la que el aire entra en los pulmones, y la espiración, en la que se expulsa al exterior. Este movimiento está coordinado por un conjunto de estructuras anatómicas —desde las fosas nasales hasta los alvéolos pulmonares— y depende de la acción de músculos como el diafragma y los intercostales, que modifican el volumen de la caja torácica para permitir el flujo de aire. Aunque es en gran parte involuntario, controlado por centros nerviosos en el tronco encefálico, también puede ser regulado conscientemente.
Desde el punto de vista fisiológico, la respiración permite el ingreso de oxígeno a la sangre y la eliminación del dióxido de carbono, un subproducto del metabolismo celular. Este intercambio ocurre en los alvéolos, pequeños sacos rodeados de capilares, mediante un proceso de difusión pasiva. Además de su función vital, el gesto respiratorio influye directamente en el equilibrio ácido-base del organismo, la actividad del sistema nervioso autónomo y el estado emocional, lo que lo convierte en un puente entre lo biológico y lo psíquico, especialmente significativo en prácticas de atención y autocultivo como la meditación, el yoga o el Qi Gong.
Respiración interna y externa
La respiración puede dividirse en dos grandes fases:
Respiración externa: comprende los mecanismos que permiten el intercambio de gases entre el aire alveolar y la sangre capilar. Esto incluye el gesto respiratorio —los movimientos de inspiración y espiración—, así como la difusión de oxígeno y dióxido de carbono a través de la membrana alveolo-capilar.
Respiración interna: hace referencia al intercambio de gases entre la sangre y las células de los tejidos. Aquí, el oxígeno transportado por la sangre es entregado a las células para ser utilizado en los procesos metabólicos, y el dióxido de carbono producido como desecho es recogido para su posterior eliminación.
La respiración y el gesto respiratorio
El gesto respiratorio es la parte mecánica de mover aire dentro y fuera del cuerpo, mientras que la respiración incluye todo el conjunto de procesos que permiten que el oxígeno llegue a las células y el dióxido de carbono sea eliminado. La respiración en sentido estricto es un término más amplio y bioquímico. Incluye no solo la ventilación (el gesto respiratorio), sino también:
- El intercambio gaseoso entre los alvéolos y la sangre (respiración externa o hematosis).
- El transporte de gases por la sangre.
- El intercambio entre la sangre y las células (respiración interna).
- Y finalmente la respiración celular, que es el proceso por el cual las células utilizan oxígeno para producir energía (ATP) y generan dióxido de carbono como desecho.
El gesto respiratorio no siempre responde de manera estricta y automática a las necesidades de oxígeno del organismo. Aunque su función básica es ventilar los pulmones para asegurar el intercambio gaseoso, su patrón puede ser conscientemente o inconscientemente modificado para adaptarse a distintas situaciones físicas, emocionales y sensoriales. Más allá de su dimensión fisiológica, el gesto respiratorio cumple también funciones de regulación y expresión en el cuerpo y la mente. Algunas de las modulaciones más comunes incluyen:
- Acompañar y potenciar un impulso motor, como ocurre al lanzar un golpe, levantar peso o iniciar una carrera, donde una exhalación vigorosa sincroniza y refuerza el esfuerzo muscular.
- Modular estados emocionales, ya que la respiración puede acelerarse, volverse superficial o entrecortada ante la ansiedad, o hacerse lenta y profunda en estados de calma o concentración.
- Ajustar el tono muscular, utilizándose de forma consciente para inducir relajación (mediante una respiración lenta y diafragmática) o, por el contrario, para favorecer un aumento del tono corporal necesario en situaciones de alerta o acción inmediata.
- Transformar o acompañar la percepción de placer o dolor, donde variaciones en la respiración pueden amortiguar sensaciones intensas, aumentar la tolerancia al dolor o intensificar experiencias agradables, como ocurre en prácticas de control respiratorio o en experiencias afectivas profundas.
Así, el gesto respiratorio no solo sostiene la vida física, sino que también se integra de manera dinámica en el flujo de la experiencia somática, emocional y relacional del ser humano.
Anatomía del gesto respiratorio
Vías respiratorias
- Nariz y cavidad nasal: filtran, calientan y humidifican el aire.
- Faringe y laringe: conductos de paso; la laringe contiene las cuerdas vocales.
- Tráquea: tubo reforzado con anillos cartilaginosos.
- Bronquios y bronquiolos: ramas que llevan el aire a los pulmones.
- Alvéolos pulmonares: pequeños sacos donde ocurre el intercambio gaseoso.
Pulmones
- Dos órganos esponjosos, divididos en lóbulos (3 en el derecho, 2 en el izquierdo), rodeados por la pleura (doble membrana lubricada).
Músculos respiratorios
- Diafragma: músculo principal de la inspiración; se contrae y desciende.
- Intercostales externos: elevan las costillas durante la inspiración.
- Intercostales internos y músculos accesorios (como escalenos y esternocleidomastoideo): activados en respiración forzada o patológica.
- Músculos abdominales: importantes en la espiración activa.
Fisiología del gesto respiratorio
Ciclo respiratorio
Se divide en inspiración, pausa inspiratoria, espiración y pausa espiratoria, que en condiciones normales ocurre de forma automática gracias al centro respiratorio en el bulbo raquídeo (para ver el movimiento energético durante la respiración ver: Fases yin y yang durante la inspiriación y expiración).
- Inspiración (inhalación) – Entrada activa de aire a los pulmones, el diafragma se contrae y baja, los músculos intercostales externos expanden la caja torácica. La presión intrapulmonar baja → el aire entra.
- Pausa inspiratoria (apnea postinspiratoria) – Breve detención antes de comenzar la exhalación (más evidente en respiración consciente o controlada).
- Espiración (exhalación) – Salida pasiva o activa del aire, el diafragma y los intercostales se relajan, los pulmones y la caja torácica recuperan su forma por su elasticidad. La presión intrapulmonar sube → el aire sale.
- Pausa espiratoria (apnea postespiratoria) – Breve detención antes de iniciar una nueva inspiración (también más perceptible en respiración tranquila o meditativa).
Intercambio gaseoso
Ocurre en los alvéolos, por difusión:
- El O₂ pasa de los alvéolos a la sangre capilar.
- El CO₂ pasa de la sangre al alvéolo para ser exhalado.
Control nervioso
- El centro respiratorio (en el tronco encefálico) regula el ritmo respiratorio según los niveles de CO₂ y O₂.
- Los quimiorreceptores detectan cambios en la acidez (pH), y ajustan la frecuencia respiratoria.
Tipos de gestos respiratorios
Hay dos grandes tipos de gestos respiratorios, los que se hacen con las costillas y los que se hacen con el cajón abdominal:
Gesto respiratorio torácico
En el gesto respiratorio torácico, el movimiento principal se da en las costillas y el esternón. Durante la inspiración, los músculos intercostales externos elevan las costillas y expanden la caja torácica hacia arriba y hacia fuera, aumentando el volumen pulmonar.
Este tipo de respiración se asocia con una activación más superficial y rápida del sistema respiratorio y puede observarse en estados de alerta, estrés o esfuerzo físico. Es útil para aumentar el volumen de aire en situaciones de demanda elevada, pero sostenida en el tiempo tiende a generar tensiones en cuello, hombros y espalda alta, y puede resultar en una respiración menos eficiente y más entrecortada.
Gesto respiratorio abdominal
En cambio, el gesto respiratorio abdominal —también conocido como diafragmático— implica un descenso activo del diafragma durante la inspiración. Este descenso comprime los órganos abdominales, lo que provoca la expansión visible del abdomen.
Esta forma de respirar moviliza el llamado "cajón abdominal" y favorece una respiración más profunda, lenta y eficiente. Es el tipo de respiración predominante en el reposo y en prácticas como el qi gong, la meditación o en técnicas de alquimia interna. Al estimular el nervio vago y masajear de forma rítmica los órganos internos, esta respiración promueve un estado de calma y regulación del sistema nervioso autónomo, particularmente el parasimpático.
Sobre el autor:

David Quiroga
Estudio, experimento y escribo, intentando siempre seguir este orden. Explorador del equilibrio entre el cuerpo físico, energético y espiritual, con años de experiencia en terapias tradicionales. Practicante de artes marciales y técnicas de meditación asiáticas, encuentro en la naturaleza y la montaña mi refugio e inspiración.