El I Ching (易經, “Clásico de los Cambios/Mutaciones”) es uno de los textos más antiguos de la tradición china, con raíces que se remontan al segundo milenio a.C., durante la dinastía Zhou. La tradición china relativa al nacimiento del I Ching está entrelazada con los mitos del origen mismo de la civilización china. El relato tradicional cuenta que el libro surgió a través de las intuiciones de tres sabios legendarios, figuras pertenecientes a un espacio entre el mito y la historia.
Fu Xi (伏羲)
La primera autoría corresponde al mítico Fu Xi considerado uno de los tres soberanos míticos de la antigüedad china. Fu Xi es una legendario figura asociada al origen de la civilización y al descubrimiento de los principios del cielo y la tierra. Según la tradición, observando el cielo, los ríos, los animales y las montañas, creó los ocho trigramas (bagua), base simbólica del I Ching. También se le atribuye la enseñanza de técnicas de pesca, caza y escritura, sentando las bases de la cultura china primitiva.
Rey Wen de Zhou (周文王)
Fundador de la dinastía Zhou en el siglo XI a.C., el rey Wen es considerado el autor principal del I Ching tal como lo conocemos. Durante su cautiverio bajo el rey Zhou de la dinastía Shang, reorganizó los trigramas en los 64 hexagramas y escribió las “Sentencias” (卦辭, guà cí) que los acompañan, interpretándolos como guía política, estratégica y moral. Su obra transformó el sistema simbólico en un método de consulta y reflexión.
Confucio (孔子)
Filósofo y maestro del siglo VI a.C., Confucio no fue el creador del I Ching, pero le dio una dimensión ética y educativa al comentar y reinterpretar su significado. A él se le atribuyen los Diez Alas (十翼), una serie de textos exegéticos que profundizan en la filosofía de los hexagramas y los vinculan con principios morales, autocultivo y buen gobierno. Gracias a su influencia, el I Ching pasó de ser un manual oracular a un clásico fundamental del pensamiento chino.
Orígenes chamánicos del I Ching
Aunque la tradición china atribuye el origen del I Ching a figuras legendarias como Fu Xi, los estudios filológicos y arqueológicos apuntan a que el texto y su sistema simbólico provienen de un largo proceso de evolución ligado a las prácticas adivinatorias chamánicas de la antigua China.
En excavaciones de la dinastía Shang (c. 1600–1046 a.C.) se han encontrado caparazones de tortuga y huesos oraculares (甲骨文, jiaguwen) con inscripciones que muestran un método de adivinación por grietas producidas por calor. Estas inscripciones incluyen series de trazos que recuerdan, en forma embrionaria, las líneas yin (rotas) y yang (continuas) de los trigramas y hexagramas.
Lo más probable es que, durante generaciones, los wu (巫), chamanes y adivinos de las cortes reales, fuesen sistematizando patrones observados en sus tiradas y lecturas, hasta dar lugar a un cuerpo organizado de símbolos y sentencias. Más tarde, en la dinastía Zhou, ese material se codificó y enriqueció con interpretaciones éticas y políticas, transformando un repertorio chamánico en un clásico filosófico.
Cronología destacada del libro hasta nuestros días
1765-1123 a.C.
1122-771 a.C.
Periodo de las Primaveras y Otoños
771-476 a.C.
Periodo de los Estados Combatientes
403-256 a.C.
206 a.C - 220 d.C.
Se depositan en la tumba de Mawangdui, en Changsha, dos manuscritos en seda del I Ching con variantes textuales y orden distinto de hexagramas que serán descubiertos en 1973.
960-1279
Uno de los grandes maestros neoconfucianos, reinterpreta el I Ching a través de la teoría del Li (principio) y el Qi (energía), integrándolo en su sistema educativo y moral.
1368-1644
Surgen comentarios que combinan el I Ching con prácticas alquímicas internas, astrología y geomancia, reflejando la interacción entre el confucianismo, el daoísmo y el budismo en la cultura Ming.
Chih-hsu Ou-i (智旭) reinterpreta el I Ching desde la perspectiva budista, integrando conceptos de vacuidad, mente única e interdependencia.
1644-1911
El emperador Qianlong encarga la Edición del Palacio del I Ching, incluida en el monumental Siku Quanshu (“Colección completa de los Cuatro Tesoros”), estandarizando el texto y sus comentarios para uso oficial.
1912-1949
1949-
Sobre 1950 aparecea también la primera traducción completa al español, publicada por Editorial Sudamericana (Buenos Aires), también a partir del texto de Wilhelm.
De libro oracular a libro sapiencial
Aquellos que hacen un uso hábil del I Ching no practican la adivinación.
Hsun-tzu (荀子) - siglo III a.C.
En sus orígenes más antiguos, el I Ching fue ante todo un manual oracular. Nacido de las prácticas adivinatorias de los wu (chamanes) de la China arcaica, servía para interpretar presagios a partir de patrones obtenidos mediante métodos como la manipulación de tallos de milenrama o la lectura de grietas en caparazones de tortuga y huesos. Los primeros trigramas y hexagramas eran esquemas visuales que codificaban las fuerzas opuestas y complementarias del yin y el yang, usados para guiar decisiones concretas de la vida política, militar y agrícola. Su valor residía entonces en su capacidad de conectar el momento presente con las fuerzas invisibles del orden cósmico.
Con la consolidación de la dinastía Zhou, el I Ching empezó a recibir capas de comentario que ampliaban su alcance. El rey Wen reorganizó los hexagramas y redactó sentencias que interpretaban los signos no solo como indicaciones de buena o mala fortuna, sino como metáforas de conductas humanas y principios de gobierno. El duque de Zhou añadió las explicaciones para cada línea, lo que abrió la posibilidad de lecturas más profundas. La tradición atribuye a Confucio y sus discípulos la redacción de los Diez Alas, comentarios que reinterpretan el texto desde una perspectiva ética y filosófica, transformando lo que era un conjunto de fórmulas oraculares en un espejo de las virtudes y responsabilidades del ser humano.
Todas mis dudas desaparecieron, de modo que por primera vez me di cuenta de que el Tao de la alquimia espiritual no es otro que el Tao del I Ching, el Tao de los sabios no es otro que el Tao de los inmortales, y que el I Ching no es un libro de adivinación sino más bien el estudio de la investigación de los principios, la realización de la naturaleza y la llegada al significado de la vida.
Liu I-ming (劉一明)
El I Ching ha tenido, desde prácticamente sus orígenes, una doble vocación: servir tanto como libro oracular como fuente sapiencial.
En su vertiente oracular, el I Ching no es solo un instrumento para predecir un desenlace que habrá de aguardarse con pasividad, sino un espejo dinámico que revela las fuerzas y tendencias en juego en un momento dado. Lejos de condenar al consultante a la espera, le invita a comprender el flujo de los acontecimientos y a situarse en armonía con ellos, reconociendo los momentos propicios para actuar y los que requieren contención. Así, quien lo consulta deja de ser un espectador del destino y se convierte en su coautor, participando conscientemente en el tejido de la realidad con la guía de las imágenes y mutaciones que el oráculo propone.
En su dimensión sapiencial, el I Ching se presenta como un compendio de observaciones sobre el orden natural, las relaciones humanas y los procesos de cambio que atraviesan la vida. Más que ofrecer respuestas cerradas, propone un diálogo con el propio consultante, invitándole a examinar sus actitudes, motivaciones y percepciones. Cada hexagrama y sus líneas actúan como un espejo simbólico que refleja tanto las circunstancias externas como el estado interior, permitiendo que la consulta se convierta en un ejercicio de introspección. En este sentido, el I Ching es menos un dictamen y más un maestro que, a través de imágenes y sentencias, guía a reconocer el sentido oculto de la situación y a cultivar la claridad necesaria para actuar con sabiduría.
Sobre el autor:

David Quiroga
Estudio, experimento y escribo, intentando siempre seguir este orden. Explorador del equilibrio entre el cuerpo físico, energético y espiritual, con años de experiencia en terapias tradicionales. Practicante de artes marciales y técnicas de meditación asiáticas, encuentro en la naturaleza y la montaña mi refugio e inspiración.