El bien y el mal en el Dao: La falacia de la amoralidad

Lectura estimada: 3 - 6 minutos

En el segundo capítulo del Dao De Jing, Lao Tse nos enfrenta a una paradoja fundamental: no podemos hablar de lo bueno sin tener en mente lo malo, ni de lo bello sin referencia a lo feo. Ambos extremos se definen mutuamente, como el día da sentido a la noche y el sonido al silencio. Pero esto no significa que el sabio daoísta renuncie a toda distinción ética, como algunos lectores modernos suponen. Al contrario, nos invita a mirar más hondo.

En el mundo todos conocen la belleza y la buscan,
y ahí tienes ya la fealdad.
Todos conocen la bondad,
y ahí tienes ya la no-bondad,
Ser y No-ser se engendran mutuamente,
lo difícil y lo fácil se producen mutuamente,
lo largo y lo corto se forman mutuamente,
lo alto y lo bajo se completan mutuamente,
el sonido y el sentido se armonizan mutuamente,
delante y detrás se siguen mutuamente,
es una ley constante. 

Dao De Jing (道德經) - Lao Tse.

Esta afirmación ha llevado a muchos a creer que Lao Tse aboga por una especie de amoralidad, una ética del “todo da igual”. Pero esta lectura superficial, ajena al corazón del pensamiento daoísta nos puede llevar a la falacia de aplicar la perspectiva amoral inherente en la meditación1, como perspectiva absoluta cuando no se esta meditando

En ciertos estados de meditación profunda se revela con claridad una dimensión en la que las categorías se disuelven y entramos en el terreno de la no-dualidad: no hay yo ni otro, no hay juicio, no hay bien ni mal, solo presencia. 

El budismo mahayana nos ofrece una clave muy útil para entender esto sin caer en extremos: la doctrina de las dos verdades.

  • Verdad relativa o convencional: Es la realidad que compartimos en nuestra vida cotidiana: el yo, las relaciones, las decisiones, el sufrimiento, la ética. Aquí, hablar de bien y mal tiene sentido, no como absolutos, sino como orientaciones hábiles para reducir el sufrimiento y fomentar la compasión. Actuar con sabiduría implica discernir lo más adecuado en cada situación.
  • Verdad última o absoluta: Es la realidad vista desde el despertar, donde todo es interdependiente, vacío de esencia inherente (sunyata), y no-dual. Desde esta perspectiva, no hay bien ni mal, no hay sujeto ni objeto, solo la talidad. Todo juicio se ve como una proyección de la mente.

Podemos entender a Lao Tse operando desde esta visión última, pero sin olvidar que los sabios no viven en cuevas metafísicas. Lao Tse no niega que existan consecuencias, ni sugiere que nuestras acciones no importen. Lo que nos pide es que observemos cómo nuestras categorías de juicio —lo bueno, lo malo, lo justo, lo injusto— están moldeadas por la comparación, el hábito, el contexto y el ego.

La moral absoluta, impuesta desde fuera, se convierte en un obstáculo cuando tratamos de actuar con verdadera sabiduría. El Dao no se ajusta a normas fijas. Fluye, cambia, se adapta. Y el sabio, si quiere caminar con el Dao, ha de aprender a moverse con él. No se trata de dejar de actuar, sino de actuar sin rigidez. Esta es la esencia del wu wei: no interferir, no imponer, no forzar.

El juicio moral condena, clasifica, separa. La sabiduría daoísta, en cambio, observa, comprende, integra. No niega la necesidad de elegir o de asumir consecuencias, pero sí cuestiona la utilidad de etiquetar a una persona o una acción como absolutamente buena o mala. 

La vacuidad mal interpretada destruye a los de inteligencia obtusa, al igual que una serpiente mal agarrada, o un mantra mal recitado2.   

Nagarjuna - Mulamadhyamakakarika

La visión de la vacuidad no niega la ética, sino que la libera de su rigidez. Las dos verdades del budismo nos recuerdan que en el plano último todo es interdependiente y sin esencia propia, pero en el plano relativo seguimos viviendo, eligiendo, y afectando el mundo. La sabiduría está en no confundir los planos, y en actuar con claridad y compasión desde ambos. La vacuidad no es un método de exención y usarla como excusa para negar la ética o las consecuencias es tan peligroso como agarrar una serpiente por la cola o recitar un mantra sin comprensión.

Escuchando y leyendo a ciertos "gurus", puede parecer que la amoralidad —la ausencia de juicio entre bien y mal— es una perspectiva superior, una verdad última desde la que todo se disuelve en unidad indiferenciada. En la experiencia meditativa o en la visión del sabio, las categorías se desvanecen, y el mundo aparece tal como es, sin etiquetas ni juicios. Pero confundir esa visión absoluta con una guía para la vida cotidiana es un error grave, como ya advirtieron tanto Lao Tse en sus paradojas como Nagarjuna en su crítica a la mala comprensión de la vacuidad.

La sabiduría no consiste en negar la ética, sino en trascender su rigidez sin perder su compasión. Lo que hace ascender a la mente3 en el camino de la iluminación y separarla en un primer instante del mundo del instinto y la ignorancia es este componente ético, que Kukai muestra en las diez etapas de la mente como el segundo estadio en camino de la iluminación. Es lo único que nos separa, en primera instancia, del mundo de la ingnorancia de las mentes impulsivas y sin reflexión. Por tanto, la verdadera comprensión de la no-dualidad no elimina la responsabilidad, sino que la enraíza en una visión más profunda: actuar sin aferramiento, sin orgullo, y sin condena, pero con lucidez y cuidado por el mundo.

Sobre el autor:

Foto David bW

David Quiroga

Estudio, experimento y escribo, intentando siempre seguir este orden. Explorador del equilibrio entre el cuerpo físico, energético y espiritual, con años de experiencia en terapias tradicionales. Practicante de artes marciales y técnicas de meditación asiáticas, encuentro en la naturaleza y la montaña mi refugio e inspiración.

 

No hay comentarios

Comparte tu reflexión, dejanos un comentario

Tu direción de correo electónico no será publicada. Los campos marcados con * son obligatorios

En respuesta a Some User

Escrito/Máximo: 0/2000

Síguenos y no te pierdas nada

Cada semana recibe en tu e-mail las mejores ideas para sentirte bien. Sabiduría milenaria para tiempos actuales.